SHEFALI

Por: Daniela M. Cárdenas Glenn – 16 de Mayo

A veces no me fluyen las palabras hasta que no toco las teclas. Palparlas es como encender el canal que conecta mi energía a la historia. A el aspecto emocional de la idea. Y lo que les voy a contar hoy tiene esta característica porque es algo íntimo. Personal. Honesto.

Hace poco viví una situación con Guillermo, mi hijo menor. Tenía poco de haber cumplido cuatro años y muchos días se levantaba y no quería ir al colegio. Decía que no tenía ganas y lo expresaba de manera enfática. Decidida. También decía que no quería ponerse el uniforme. Que quería quedarse en la casa jugando conmigo. Si lo lograba convencer (o sobornar para ser sincera) decía que sólo iba si podía ir vestido de súper héroe. Y es que a pesar de entender que este comportamiento es común para la edad, y realmente no me preocupaba en sí, no me salvaba de experimentar un sentimiento de profunda frustración ante esta situación constante. A veces sentía ternura y pensaba que yo también quisiera quedarme en mi casa, y a veces me enojaba y frustraba. Ambigüedad. Inconsistencia. Un revoltijo de emociones y muy poca claridad: ¿Qué está pasando realmente?

Como hace poco fui a un evento de la Dra. Shefali, decidimos juntarnos varias amigas a platicar sobre lo que nos dijo, y decidí aplicar su recomendación de “deconstruir” TODO. No como fin, es decir, no pensando que hacerlo fuera a solucionar el problema (aunque estoy segura de hay muchos casos en que sí lo hace, como cuando te das cuenta de que realmente no hay un problema con el niño sino contigo) sino para tener un diagnóstico más claro y decidir qué y cómo proceder.

“Deconstruir” para poder entender qué pasaba conmigo, qué pasaba con él y que pasaba con la dinámica de los dos, a la luz de mi vida, de mis expectativas, mis valores y deseos. Todo un arte. Cada epifanía, cada “Aha” era como una ventana que se abría, hasta que finalmente pude ver con claridad todo. Como si hubiera tenido la vista borrosa de un paisaje y poco a poco se hubiese ido ajustando hasta que lo vi totalmente nítido.

El estímulo de lo significa entender por qué te dispara una situación con tu hijo es extremadamente poderoso. La claridad da paz, y entonces pasas de la angustia y quizá ansiedad o tristeza, o cualquier emoción negativa que tengas al respecto, al espectro opuesto. Para mi rayaba en la euforia. En serio. No sé si la mía se debía al hecho mismo de ver las cosas con claridad finalmente y en consecuencia poder decidir con propiedad qué hacer, o si provenía más bien, de la fascinación sobre el hecho de lo poderosa que es esta herramienta. Esta especie (porque ella no la llama así) de terapia cognitiva. Cómo cuestionarme mis propios conceptos, creencias, valores, y objetivos a la luz de la dinámica con mi hijo, me cambiaron la perspectiva y pude entender qué estaba pasando.

Mi interpretación de lo que plantea la Dra. Shefali es que no es una metodología en sí. Es el inicio al querer resolver un problema, al menos desde mi punto de vista. De ahora en adelante, para mí este ejercicio siempre va a ser mi primer paso. Actuamos en base a lo que sentimos, y lo que sentimos proviene de nuestras creencias y conceptos conscientes e inconscientes. No puedes tener un diagnóstico claro del problema, sin primero evaluar de dónde viene la percepción de que hay un problema, y deconstruir tus propios conceptos.

Y toda esta historia tiene que ver con la lactancia porque, la lactancia es el corazón de la rutina de un recién nacido. Es parte de la relación que tiene una mamá con su hijo. Lo que pasa o deja de pasar en esta dinámica es algo que frecuente y comúnmente genera emociones intensas en las madres. Muchas veces las dispara. La parte emocional está entretejida en el aspecto espiritual del acto de amamantar que se repite constante y lentamente una y otra vez, día tras día…

La relación madre-hijo no empieza cuando el niño tiene 1 año y hace su primer berrinche, o cuando te sonríe por primera vez. Desde el momento en el que comienza la interacción, inician las emociones, y los problemas “percibidos” por cada mamá. Y probablemente algunos son temas de carácter médico y como tales deben de tratarse, pero hay una parte importante que son de carácter emocional. Casi siempre como consecuencia de expectativas irreales o equivocadas que al final son conceptos y creencias culturales, y que no nos hemos sentado a deconstruir. Desde que empieza la experiencia de ser mamá, empiezan los miedos.

#miedoangustiaansiedadfrustracion.

Un desfile de emociones negativas, asociadas al pensamiento de “amenaza”. Por eso hace falta aplicar algún tipo de terapia cognitiva, como por ejemplo la de la Dra. Shefali, para poder entender cómo tomamos decisiones, en base a qué actuamos, qué está pasando en nuestro cerebro y entonces cuestionarnos a nosotras mismas. Que podamos deconstruir nuestros conceptos, creencias, valores, objetivos, y el origen de nuestras propias emociones, y así entender y ver las cosas con más claridad. Diagnosticar qué está pasando realmente nos da control sobre nuestras acciones.

Una pista: nunca es el bebé….

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